Posiblemente el terror es uno de los géneros menos explorados por los cineastas ecuatorianos. Sin embargo, todos ellos concuerdan que, al filmar una película nacional, la experiencia es igual a estar dentro de una.
Mi nombre es Daniel López tengo 28 años y soy productor audiovisual. En mis redes sociales me dedico a explorar todo lo relacionado al séptimo arte, principalmente enfocándome en la problemática que existe actualmente en la industria de cine latinoamericano.
“Filmar una película en el Ecuador es lo más parecido a estar dentro de una película de terror”.
Hace una semana se contactó conmigo una persona que trabaja para el departamento de relaciones públicas de los EDOC, el festival internacional de cine documental más importante del país, con el propósito de invitarme como medio de comunicación a un desayuno en el restaurante Lava Récords junto a todos los directores que participarían en ese festival y poder escuchar sus experiencias al momento de filmar sus proyectos. Mi respuesta fue un si rotundo. Lastimosamente, cuando llego el tan esperado día, me llevé más de una sorpresa.
El evento comenzó a las 10 de la mañana, al llegar pude notar la presencia de algunos reporteros de televisión y como ellos ya estaban conversando con sus camarógrafos con respecto a cómo cubrir fotográficamente esa rueda de prensa. Un total de 11 personas: entre directores y productores asistieron a ese evento. Algunos de ellos ya tenían un recorrido bastante amplio en la industria cinematográfica y en cambio otros recién estaban comenzando.
Cada documentalista comenzó presentándose y hablando de su proyecto, sus motivaciones personales para realizarlo, el financiamiento que tuvo y su experiencia obtenida en el rodaje. Hasta ese momento me parecía fantástico como cada reportero de televisión los escuchaba atentamente mientras las cámaras grababan todo lo que decían. Lastimosamente, el encanto duró poco debido a que el momento en el cual los directores comenzaron a hablar de los problemas tuvieron para realizar sus proyectos y la nula ayuda financiera que recibieron por parte del gobierno debido a que la falta leyes actuales para auxiliar a los cineastas ecuatorianos, los camarógrafos dejaron de filmar, los reporteros se pararon y les hicieron señas para que graben otras cosas.
Una de las frases que no puedo olvidar fue cuando una productora dijo “filmar una película en el Ecuador es lo más parecido a estar dentro de una película de terror”. Todos los documentalistas de ese panel estuvieron de acuerdo que la falta de leyes sumado al desinterés del gobierno para ayudar a promover el séptimo arte ha sido un factor determinante que han afectado negativamente nuestra precaria industria del cine. Lastimosamente junto al desinterés del gobierno también hay que sumar el de las personas, que están tan acostumbrados al cine blockbuster y ver películas con producciones de 100 millones de dólares en adelante, que muestran un desinterés absoluto cuando ven una película nacional en cartelera.
Lo más triste de ese día fue conocer como los medios solo fueron para sacar una nota de 5 minutos titulada “Ecuador lanza su nueva edición de los EDOC”, pero nunca les interesó profundizar en todos los sacrificios que cada director y productor tuvo que hacer para lograr finalizar su documental. Es lamentable ver como aquí el cine es visto únicamente como un producto que si tiene buenos resultados merece la pena ser mencionado, pero si no los tiene, hay que voltear la página.
Nadie nunca se pone a reflexionar sobre los verdaderos sacrificios que hay detrás de cada obra.
Puedes seguirme en:
